Diversey: ¿Por qué dedicar un día a la seguridad alimentaria?

Revista Digital – Información de Mercados – Compra Pública Latam.

El pasado 7 de junio se conmemoro el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, y este año su lema fue Inocuidad Alimentaria: ciencia en acción”. Más que una fecha en el calendario, esta acción busca visibilizar la relevancia de la investigación científica y la colaboración multisectorial para garantizar que los alimentos que llegan a la mesa sean realmente seguros. Donde las cadenas de suministro atraviesan fronteras, la inocuidad alimentaria constituye un desafío tan complejo como urgente. 

Las cifras subrayan la magnitud del problema: cada año, 600 millones de personas contraen alguna enfermedad transmitida por alimentos y, lamentablemente, 420.000 pierden la vida, entre ellas 125.000 niñas y niños menores de cinco años.[1] Estos números ponen de manifiesto que, incluso en el siglo XXI, el factor de riesgo persiste, especialmente en países en desarrollo. Al establecer un día dedicado a este tema, se busca involucrar de manera activa y coordinada a gobiernos, organismos reguladores, empresas productoras, académicos y consumidores, reconociendo que los peligros alimentarios no distinguen contextos geográficos ni estratos socioeconómicos. 

El lema Inocuidad Alimentaria: ciencia en acción destaca el papel esencial de la ciencia en cada etapa de la cadena alimentaria. Desde la producción primaria en el campo hasta la mesa del consumidor, cada proceso debe estar respaldado por datos rigurosos, tecnología de vanguardia y protocolos estandarizados. La investigación científica aporta herramientas de monitoreo de patógenos, modelos de evaluación de riesgo, técnicas de detección rápida y metodologías de trazabilidad. Estos avances permiten anticipar y prevenir brotes de enfermedades, reducir drásticamente la carga económica que representan los problemas de inocuidad —como pérdidas en producción, retiros de productos o gastos en salud pública— y formar a profesionales altamente capacitados en control de calidad, microbiología de alimentos, ingeniería de procesos y seguridad alimentaria. Sin la ciencia como pilar, la cadena alimenticia se vería expuesta a fallas que podrían traducirse en consecuencias graves para la salud pública. 

Sin embargo, la ciencia por sí sola no basta: la inocuidad alimentaria es una responsabilidad compartida que exige que todos los actores asuman su rol de manera articulada. Las autoridades sanitarias hallan en la investigación científica el fundamento para fortalecer sistemas de vigilancia, normativas y controles oficiales en mataderos, plantas de procesamiento, centros de abasto y establecimientos de venta. Por su parte, las empresas productoras y agroindustriales deben incorporar estándares internacionales, como Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) y HACCP (Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control), así como sistemas de gestión de inocuidad avalados por el Codex Alimentarius.  

A su vez, la academia y los centros de investigación tienen el desafío de desarrollar nuevas soluciones tecnológicas y enfoques basados en evidencia, mientras diseñan programas de formación que preparen a la próxima generación de expertos. Los educadores y los medios de comunicación, por su parte, juegan un papel esencial al difundir mensajes claros sobre higiene personal, técnicas de refrigeración, cocción y almacenamiento, así como el uso responsable de aditivos.  

Finalmente, los consumidores —quienes en definitiva disponen y manipulan los alimentos en el hogar— deben adoptar hábitos de compra inteligente, verificar fechas de vencimiento, conocer el origen de los productos y seguir las recomendaciones de manipulación segura. Solo a través de este compromiso colectivo será posible reducir significativamente las enfermedades relacionadas con los alimentos. 

Los beneficios de garantizar alimentos inocuos trascienden el ámbito sanitario. Además de proteger la salud individual y colectiva, se promueve la seguridad alimentaria al minimizar pérdidas por contaminación o deterioro. Esto, a su vez, impulsa la prosperidad económica, pues se evitan gastos en tratamientos médicos y se refuerza la confianza en los productos nacionales, tanto para el consumo interno como para la exportación. Al mismo tiempo, se avanza en el desarrollo sostenible: la reducción del desperdicio de alimentos, la optimización de recursos naturales —agua, energía y suelo— y el fomento de prácticas agrícolas responsables contribuyen a construir sistemas más resilientes y eficientes. 

En Diversey desarrollamos soluciones que permiten a la industria anticipar y prevenir riesgos en toda la cadena alimentaria, desde la producción hasta el envasado, garantizando los más altos estándares de higiene y evitando la contaminación microbiológica. Para ello, ponemos a disposición productos de higiene y sanitización específicos para el sector alimentario, así como sistemas de monitoreo y control que supervisan cada etapa del proceso. Además, brindamos consultoría especializada para identificar desafíos y diseñar estrategias a medida, junto con programas de auditoría que facilitan a minoristas y operadores evaluar el desempeño de sus proveedores.  

Asimismo, Diversey imparte capacitaciones sobre buenas prácticas de higiene y manipulación de patógenos como Listeria y Salmonella, ajustando sus servicios a los desafíos particulares de cada cliente. Al equilibrar ahorro, calidad, cumplimiento normativo y sostenibilidad, sus soluciones buscan optimizar recursos, reducir pérdidas y consumo de agua, y garantizar cadenas de suministro verdaderamente seguras. El enfoque se basa en la identificación de peligros, la evaluación de riesgos y la implementación de medidas de control efectivas, reafirmando que la prevención es la mejor estrategia para proteger la salud pública. 

Invitamos a productores, distribuidores, comerciantes, instituciones educativas y a cada ciudadano a sumarse a esta conmemoración. Revisar guías de buenas prácticas y participar en talleres y seminarios no solo fortalece el compromiso colectivo, sino que también sienta las bases para un sistema alimentario más seguro y resiliente.  

Solo mediante la acción conjunta de todos los actores involucrados será posible asegurar que cada alimento, desde su origen en el campo hasta el plato de la familia, sea sinónimo de salud y confianza. 

Conoce más en www.diversey.com 

[1] Los datos provienen de las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en conjunto con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), contenidas en el informe “Estimates of the Global Burden of Foodborne Diseases” (2015), que a su vez sirve de base para la comunicación oficial del Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos.